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17 de Abril del 2019

Excursión hacia nuevos territorios

Excursión hacia nuevos territorios

Habituada a la exploración de diversos terrenos narrativos, Albertina Carri coordinará el Laboratorio Audiovisual de Señal SantaFe

Luego de dos ediciones, el Laboratorio Audiovisual de Documental de Creación se prepara para una nueva experiencia de formación y producción. Enmarcada este año en la Muestra Internacional de Cine Documental MICDOC, la tercera edición del Laboratorio tendrá como coordinadora a Albertina Carri, una realizadora talentosa y siempre abierta a la exploración de nuevos territorios desde los cuales narrar. Con una obra amplia y diversa, Carri conducirá una clínica sobre documental de creación que culminará con la selección de dos proyectos que recibirán una asignación para desarrollo de 150 mil pesos. La inscripción al Laboratorio 2019 estará abierta hasta el próximo 3 de mayo.

A poco del estreno de su película Las hijas del fuego, y mientras prepara el rodaje de Los extraños de la montaña helada, su nuevo proyecto, Carri anticipó su participación en el Laboratorio de Señal Santa Fe reflexionando acerca de la tarea documental, una labor que llevó adelante con proyectos destacados. Y pese a no considerarse a sí misma una documentalista, su filmografía incluye dos largometrajes documentales y la serie de cuatro capítulos La bella tarea. Invitada a reflexionar sobre el género, Carri es clara: “Cuando inicié el Festival Asterisco, una de las primeras decisiones que tomamos fue no diferenciar entre ficción y documental. Esta decisión tiene que ver con que, sin dudas, el documental cinematográfico es un género más de la ficción, es un punto de vista del autor o autora. Y también pensarlo en estos términos te da otra libertad. Creo que uno de los grandes errores que se suele cometer con el documental es emparentarlo con lo periodístico, que es otro tipo de documental, es más la crónica. Aunque la crónica escrita también tiene mucho del género de ficción, es un tipo de literatura”.

“Cuando hice Los Rubios, hace 15 años, una de las cosas que siempre me preguntaban era si había escrito un guión, cómo había llegado a eso –amplía–. Es un trabajo de muchos años hacer ese tipo de documentales de creación. Hay que tener muy claro el punto de vista, saber qué es lo que se quiere contar con eso, más allá de tema. Por eso acepté dar esta clínica. Por otro lado también me sucede cuando me encuentro con documentales que me gustan: me atraviesan de una manera en que la ficción no llega. Me parece un género que hay que seguir explotando, investigando”.

- De hecho esta concepción tiene que ver con la forma en que pensás el cine en general, donde cada película abre la posibilidad de recorrer nuevos territorios.

- Claro, exacto. El gran problema siempre es entender, encontrar, cuál es el territorio al que queremos ir (ríe).

- También está la posibilidad de que te descubras en un territorio al que no apuntabas, debiendo resolver entonces cómo transitarlo.

- Claro, toda expresión artística tiene la intervención del azar. Pero también en lo documental lo interesante es que estás en una pesquisa. Es un trabajo de entrega muy profundo, tenés que estar muy atenta a eso que está pasando enfrente tuyo.

Esa visión sobre el quehacer documental se trasladará lógicamente a la edición 2019 del Laboratorio. “En principio tengo muchas ideas, pero lo primero que voy a hacer es concentrarme en los trabajos, y a partir de esos trabajos armaré una guía en base a las necesidades que encuentre en esos proyectos—anticipa Carri--. No voy a llegar con una estructura, no voy a partir de mi estructura para que las cosas se encuadren, sino justamente hacer yo misma un trabajo documental de encontrar qué considero que estarían necesitando esos proyectos”.

- En una entrevista reciente, con motivo del estreno de Las hijas del fuego, marcabas que encontrabas algunos puntos en común entre esta última película, Cuatreros y Los Rubios con el cortometraje Barbie también puede estar triste (de 2001), y mencionabas los vínculos en sociedades comunitarias, los vínculos que permiten pensar en un futuro. Si bien no es fácil pensar la propia obra en retrospectiva, ¿con qué te encontrás al hacer esa mirada?

- Me encuentro con obsesiones. Un poco creo que esa respuesta que dí en la entrevista tiene que ver con que siempre me dicen que en realidad no hay una Albertina Carri sino como que somos muchas, porque cada una de mis películas es muy diferente. Pero creo que esa es la búsqueda, la entrega a cada uno de estos materiales. No intento imponerme al material. Me interesa el cine como territorio, como una gran posibilidad de expresión con todas sus herramientas, sus múltiples herramientas. En ese sentido intento que el texto sea el que me lleve a esa estructura, a ese formato. Después, retrospectivamente, hay cosas de mis trabajos que me gustan más y otras menos. Hay cosas que siento que entraron en esa lógica, y funcionan; y otras pasaron, que también es parte del camino. También se da esto de que nunca tengo muy claro por dónde voy a seguir. Ahora estoy haciendo teatro (Ndr: dirige la obra Tadeys junto a Analía Couceyro), y no creo que me dedique al teatro, pero fue una experiencia muy potente para mí como realizadora entrar en ese nuevo lenguaje, en ese nuevo espacio, que es bien diferente al cinematográfico, es mucho más infinito. La verdad lo disfruté mucho, también lo sufrí porque me encontré en terrenos muy inseguros. En el cine me siento más segura y acá era todo medio pantanoso, porque es muy nuevo para mí. Volvería a hacer teatro si aparece algo que realmente me interese. Puede ser que alguna vez vuelva a pensar en esos términos teatrales. Me quedé conforme con la experiencia, muy contenta. Fue muy estimulante para mi trabajo a futuro.

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