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MÁS QUE UNO

Sinopsis de los micros

La historia se construye también desde las pequeñas acciones. Día a día, en distintos sitios de la provincia de Santa Fe, hay hombres y mujeres que se animan a cambiar el orden de las cosas. A través de ocho microprogramas, Señal Santa Fe propone descubrir algunas de esas historias mínimas. Así, cada relato se convierte en una pequeña biografía en la que se que narra cómo esa historia personal está entrelazada a la historia de una comunidad. Contadas desde las voces de los protagonistas y de las personas que resultaron significativas en sus vidas, las historias del ciclo están marcadas por recorridos, recuerdos y sentimientos, completando así pequeñas piezas que visibilizan la construcción colectiva de nuestra historia.

 

8 capítulos de 5 minutos / 2015 / Sociedad / Cultura

  • Dirección: Sebastián Carazay, Santiago King
  • Producción: Sofía Aldasoro, Edgardo Pérez Castillo
  • Dirección de fotografía y cámara: Lucas Pérez
  • Sonido: Leandro Macías, Agustín Pagliuca
  • Postproducción: Sebastián Carazay, Eugenio Chauque, Gastón Soso
  • Gráfica en movimiento: Rodrigo Jávega
  • Realización: Nocaut
  • Coordinación General: Cecilia Vallina
  • Producción General: Paula Valenzuela
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Araceli Bosch vive en Las Mercedes, un paraje rural al norte de la provincia de Santa Fe. Cuando tenía trece años decidió que su pueblo tenía que tener una plaza donde poder estar y jugar con sus amigos. “Me quería juntar con mis amigas, y si no era en mi casa era en la casa de ellas, pero nunca teníamos un lugar público donde reunirnos”, dice la adolescente sobre su iniciativa.

Dependiente de la intendencia de Villa Ocampo, su pueblo no tenía plaza alguna, por lo que con la ayuda de sus padres Araceli redactó una carta y se la entregó al intendente de esa ciudad, no sin antes hacérsela firmar a todos los chicos del lugar. El pedido fue aceptado y se dispuso todo para realizar la plaza en Las Mercedes. Una vez finalizada, había que ponerle un nombre y alguien sugirió el nombre de Araceli. Todos estuvieron de acuerdo, y así Araceli se convirtió en la persona más joven en tener una plaza con su nombre.

Irene Sandoval nació en Reconquista, en el norte de la provincia de Santa Fe. Por su origen humilde, no pudo completar sus estudios primarios y, siendo todavía una niña, a principios de la década del 70 llegó con su familia a Rosario, donde poco después comenzó a trabajar como empleada doméstica. Así conoció a Armando, el Tata, el abuelo de la familia para la que trabajaba, quien le insistió para que continuara con sus estudios.

Con ese impulso, un día Irene decidió retomar la escuela primaria, pero no terminó allí: después de completar también los estudios secundarios, cursó la carrera de enfermería, a la que completó luego con una licenciatura. “De las ollas a los libros de enfermería hay un camino muy largo”, reflexiona Irene, cuyo recorrido fue además el ejemplo para que sus hijas siguieran sus pasos, y el consejo del abuelo: mientras trabajaban en la casa de Tata, Ángela y Laura retomaron sus estudios hasta recibirse de enfermeras. Hoy, la nieta de Irene fue un poco más allá y empezó a estudiar Medicina. “Yo siempre le inculqué a mis hijas que la mujer debe tener su independencia laboral y para eso es necesario estudiar”, concluye Irene.

“El primer libro me lo leyó mi vieja. Desde chico me gustó mucho leer. Quise estudiar periodismo pero ese año la carrera no abrió y me anoté en Lengua y Literatura”, dice Julián Piñero Flores sobre su llegada al profesorado de Venado Tuerto. La idea de formar la Biblioteca Deambulante Artisísmica en su pueblo natal, Murphy, llegó un día que se cruzó con uno de sus vecinos, Cristofer, un alumno de la secundaria con el que compartían gustos literarios muy similares. “La idea fue hacer algo para el pueblo, llevarlos a la plaza y a la calle, un domingo a la tarde, donde estaban todos los chicos”, dicen sobre su iniciativa. 

“La única manera de pensar la Biblioteca fue un carro, con una máquina de cortar pastos vieja y también un minicomponente, le atamos unos canastos de bicicletas y heladeras, y fuimos poniendo los libros”, dice su amigo sobre el proyecto para estimular la lectura de los habitantes del pueblo. “La Biblioteca tuvo muy buena respuesta, sobre todo en un pueblo donde no hay mucho movimiento ni propuestas culturales de algún tipo”, dicen sobre la iniciativa, que luego fue financiada por el programa Ingenia, mediante el cual lograron no sólo conseguir nuevos títulos para aportar a sus lectores sino también un nuevo carro para la biblioteca móvil, con la que buscan recuperar la relación con la lectura para todos los habitantes de Murphy.

En la década del 90, cuando era un adolescente, Alberto “Michael” Elías vio por televisión la película Breakdance y quedó fascinado con el baile. Junto a un grupo de amigos comenzó a emular esos movimientos en la vereda de su casa, frente a la vecinal Unión y Progreso, en la zona oeste de Rosario. Autodidacta, Michael (apodo que debe a su fanatismo por Michael Jackson) fue convirtiéndose en un experto, y su progreso tuvo recompensa: las autoridades de la vecinal lo convocaron para que dictara clases de baile a los niños del barrio.

Hoy Michael dicta clases de hip hop en el Centro Municipal Distrito Oeste y en el Centro Cultural El Obrador, donde no sólo enseña pasos y destrezas a niños y adolescentes de distintos barrios de Rosario, sino que además abre el camino para que esos jóvenes logren nuevas motivaciones a través del baile.

“El agotamiento de recursos es algo tangible y actual. Eso nos obliga a repensar cuál es nuestra relación con la naturaleza que, en definitiva, es la que nos provee de todos esos recursos”, dice el ingeniero mecánico Tayavek Reynoso. El primer capítulo de Más que uno narra el camino que tomó junto a un grupo de amigos como el arquitecto Nacho Zapata, al que conoció cuando cursaban en la universidad como estudiantes, para repensar el ambiente desde una perspectiva actual y enfrentar, de manera colectiva, los problemas de agotamiento de recursos naturales.

Así, junto a otros compañeros, Taya y Nacho formaron STS: Soluciones Tecnológicas Sustentables, una organización no gubernamental sin fines de lucro que desarrolla proyectos para mejorar la calidad de vida y el cuidado del medio ambiente. En este espacio de trabajo conjunto idearon desde calefones solares, techos y terrazas verdes hasta paneles fotovoltaicos y climatización de piscinas. También dictan cursos sobre deshidratadores solares junto a la Subsecretaría de Energías Renovables de la provincia de Santa Fe.

“Lo que más me costó fue el primer paso que tuve que dar. Mi esposo había fallecido y me quedaba acá, en mi casa, no quería salir a ninguna parte”, dice Teresa Ruffino. Su hijo, Víctor, que vio cómo su mamá se deprimía sin remedio, empezó a insistir para que fuera a La Esquina Encendida, donde él concurría a un taller de danza. “Ella empezó a trabajar, pero todo lo que hacía era acá adentro, en su casa, y no lo veía bien. Hasta que una vez se decidió y fue hasta allá”, dice el joven.

En un principio Teresa tenía miedo, creía que como no había terminado la secundaria no sería capaz de aprender algo nuevo. Sin embargo, la mujer empezó a frecuentar los talleres todas las semanas. Sobre todo uno: el de Carpintería. En contra de sus propios prejuicios, Teresa encontró en La Esquina Encendida un lugar donde crear, compartir y construir un espacio propio desde donde transformar su vida cotidiana y recuperar la alegría.

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