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16 de Noviembre del 2017
Se estrena Los transmisores, el nuevo unitario de Señal Santa Fe
Es el segundo capítulo del ciclo Ensayos sobre Interculturalidad. Se proyectará el 29 de noviembre en el cine América de Santa Fe.
Cada generación transmite los relatos de su cultura que viven en sus prácticas cotidianas, en sus identidades, en su historia. Sabemos, sin embargo, que muchas veces, esa transmisión sufre rupturas, interrupciones, distanciamientos. Por eso, recuperar el valor de nuestros saberes y compartirlos con las nuevas generaciones es el desafío que nos interroga en nuestra época.
Esa esa la propuesta de Los transmisores, el segundo unitario del ciclo Ensayos sobre interculturalidad que se estrenará el próximo 29 de noviembre en el cine América de Santa Fe. La producción de Señal de Santa Fe invita a pensar cómo se construyen y se modifican las identidades sociales a partir del encuentro con los otros.
En este segundo capítulo hablamos de la transmisión. ¿Para qué contamos? Contamos para que no nos alcance el olvido, para volver a vivir, para dejar una huella, un marca que perdure ahí cuando ya no estemos. Contamos para construir la memoria colectiva y para no repetir las historias que nos lesionan como sociedad. Contamos para atesorar lo que nos constituye y compartirlo.
Al igual que en el anterior capítulo, Los Movimientos, nos proponemos narrar las historias a partir de “verbos”. Esta vez elegimos la acción de transmitir para que nos guíe como una brújula a lo largo del episodio. Un verbo como metáfora, para expresar cómo una misma práctica cultural puede ilustrar la diversidad que existe en un territorio.
En el nuevo unitario se narra la historia de Desvío a la raíz, una experiencia de agricultura que reivindica los saberes ancestrales sobre la tierra y recupera las memorias de la identidad campesina. Jeremías Chauque, descendiente de mapuches y Aluminé Martínez, oriunda de Desvío Arijón, son el alma de ese proyecto que transmiten a sus hijos y comparten con otros huerteros de esa pequeña localidad del Departamento San Jerónimo, se que extiende desde la ruta nacional 11 hasta la orilla del río Coronda.
El capítulo también cuenta el proceso de producción del libro “Bestiario de las islas”, una edición conjunta de los Ministerios de Desarrollo Social y de Innovación y Cultura, que compila leyendas e historias de apariciones y seres sobrenaturales de las islas de Santa Fe. El libro nació del deseo de conocer el universo de quienes habitan ese territorio y recuperar su particular visión del mundo. A partir de esa premisa, las coordinadoras Cecilia Moscovich y Mariana Reyes combinaron encuentros entre estudiantes de distintas escuelas secundarias y los pobladores de las islas, que compartieron relatos y leyendas propias de su lugar. Más tarde, los alumnos de la Escuela Provincial de Artes Visuales “Profesor Juan Mantovani” le aportaron poesía a los relatos a través de las ilustraciones que acompañan la publicación.
Las historias que se narran en Los transmisores están conectadas por el valor que le asignan a la oralidad como manera de preservar el acervo cultural y las prácticas y costumbres de los grupos sociales. También encuentran su punto de unión en el paisaje bucólico que tienen como escenario: El campo, la isla, el río, pero también la ciudad, se construyen como personajes fundamentales y generan una atmósfera particular en donde esa transmisión ocurre.
¿Para qué sirve contar?
El valor de la transmisión atraviesa las historias que se relatan en este segundo capítulo y pone de relieve la potencia de la oralidad para revisitar el pasado en el presente y proyectar el futuro. Como realizadores de este proyecto nos interesa preguntarnos por los sentidos que se construyen cuando una generación transmite a otra sus saberes y prácticas, sus costumbres, sus maneras de mirar al mundo.
Para eso, conversamos con dos profesionales que trabajan la oralidad desde diferentes disciplinas. Por un lado, Melina Pezzoto, actriz, narradora oral y fundadora del proyecto NarraenDo, cuentos con percusión. Por el otro, Marianela Scocco, historiadora que desde el Museo de la Memoria de Rosario capacita a docentes para que puedan abordar en el aula el período de la última dictadura cívico militar en Argentina. En sus prácticas cotidianas las dos mujeres trabajan con la oralidad y la memoria y desde sus saberes específicos nos ayudan a pensar el concepto.
Melina Pezzoto - Marianela Scocco
Melina Pezzoto trabaja con niños y adultos en escuelas y espacios públicos. Ella dice que a diferencia de otros seres vivos, el ser humano tiene la posibilidad de contarse y eso convierte a la narración en un hecho político, social y cultural. “La oralidad es una herramienta pero sobretodo un proceso muy fuerte para encontrarse con los otros”, dice y trae a la conversación el concepto del convivio de la filosofía teatral: “Cuando a vos te cuentan la historia en vivo, sea cantada, sea contada, lo que pasa ahí, en el aquí y el ahora, el encuentro que uno tiene con ese otro, es muy fuerte. Esa palabra que a mí me hace mella o me afecta en alguna parte del cuerpo por su sonido, por lo que rememora en mí, a otro seguro le impacta de otra manera. La narración, la oralidad, la ancestralidad, la raíz del contar tiene que ver con eso, con el poder de llegar al otro”.
La narradora habla de la potencia de la palabra para movilizar, para poner en valor y compartir la cultura. “Si uno no puede narrar, si uno no puede contarse, se va como muriendo ese lazo que tenemos los seres humanos con la historia y con la vida. El poder de contarnos hace mantenernos latentes en las ganas de vivir y en las ganas de seguir experimentando”.
Hablar sobre la transmisión es reivindicar el valor de la oralidad y del testimonio, ya que en su gran mayoría, la historia que hoy nos llega de forma escrita tiene su base en relatos orales. De hecho, pensar en reconstruir la historia reciente de nuestro país, signada por dictaduras militares y procesos represivos clandestinos, es pensar en el testimonio como la fuente clave para lograr reconstruir ese pasado violento que no quedó registrado. “Cuando los sobrevivientes empezaron a salir de las cárceles y de los centros clandestinos de detención, su testimonio fue fundamental para reconstruir la historia”, dice Marianela Scocco.
En el Museo de la Memoria ella comprueba el poder que tienen los testimonios durante las visitas guiadas que se hacen para los jóvenes: “Lo que genera un testimonio en directo, en primera persona es increíble para los adolescentes. Yo puedo estar todo el año diciéndoles lo que sucedió, lo que pasó pero cuando lo escuchan de alguien que lo vivió, es muy difícil que se lo olviden. Eso es transmisión. Nadie puede transmitir lo que no vivió de la misma manera que alguien que lo vivió. La transmisión se da de generación en generación, la oralidad ha contado siglos después cosas que pasaron siglos antes. Pero el trato con una persona que vivió algo, lo que sea ya sea traumático o de otro tipo, eso es único y es intransferible”.
La historiadora retoma el concepto de memoria colectiva acuñado por el filósofo y sociólogo Maurice Halbwachs y explica que los grupos sociales construyen una memoria que es colectiva en el sentido de que es compartida y que se pone en interacción constante a través de los testimonios y después de la transmisión. “Los testimonios, como nuestras vivencias, tienen la influencia de otros testimonios y de otras experiencias. Las memorias son colectivas por más que se relaten en primera persona porque siempre tienen esa influencia de otros y así se construye y así se transmite”, reflexiona.
Marianela Scocco considera que la historia reciente se transmite para conocer pero al mismo tiempo para que la sociedad comprenda que los delitos aberrantes, que los delitos de lesa humanidad, que las dictaduras, no pueden volver a repetirse. Transmitir para transformar, conocer esa historia para no volver a repetirla.
La profesora opina que ciertas veces “hay fallas en la transmisión” y al decirlo piensa en la muerte de Santiago Maldonado y en la amarga sensación que le generó que gran parte de la población se haya mostrado indiferente durante los dos meses en que el joven estuvo desaparecido. “Quizás logramos instalar la idea de lo que pasó en la dictadura pero no el valor que significa la no repetición y el nunca más. Nosotros creíamos que habíamos arribado a un consenso sobre eso, las personas no pueden desaparecer, algo tan básico como eso”.
La observación, sirve para pensar la cuestión del poder y el conflicto: las luchas de la memoria o las memorias en disputa. “Cuando uno relata su historia siempre está influenciado por otros y esos otros son diversos. Las diferentes posiciones políticas, culturales, influyen en eso. Nosotros, sin querer, todo el tiempo estamos transmitiendo la cultura hegemónica judeo occidental y cristiana que después de mucha lucha y trabajo hemos empezado a cuestionar. Lo hacemos, por más de que lo cuestionemos e intentemos cambiarlo. De hecho nuestra lengua es hegemónica, la primera manifestación de colonización que tenemos es el habla porque hablamos con la cultura del opresor”, señala.
La reflexión permite pensar también en la invisibilización que durante siglos tuvieron los pueblos originarios, invisibilización que se profundiza aún más, opina Marianela Scocco, al denominarlos de ese modo genérico porque los pueblos mapuches por ejemplo poco o nada tenían que ver con los aztecas.” A mí me gusta volver a la palabra indios porque es reivindicar una categoría que antes era ofensiva. Sacarle la connotación negativa o en todo caso, resignificarla”.
La oralidad en estos pueblos y sus formas de escritura a través de dibujos y símbolos fue y es sumamente importante para transmitir su cultura, el saber técnico y sus prácticas de una generación a la otra. A lo largo de siglos las distintas comunidades asumieron la tarea de mantener vivas sus memorias y la historia que este nuevo unitario de Señal Santa Fe aborda intenta dar cuenta de una pequeña parte de ese gran proceso.
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