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04 de Julio del 2017

El desafío de pensar la diversidad en Santa Fe

El desafío de pensar la diversidad en Santa Fe

A partir de situaciones de la vida cotidiana, exploramos los procesos interculturales que se dan en el territorio. Un ciclo para reflexionar sobre las identidades sociales a partir del encuentro con otros.

En el sudoeste de Rosario una mujer peruana marca una coreografía de festejo afro a sus alumnos. Los chicos de la comunidad toba repiten los pasos atentos y ensayan con los adolescentes de los barrios coquetos. Todos juntos se ponen a bailar. Mientras, en las calles del centro un keniata habla inglés con una mujer que le responde en castellano. En el camino se cruzan con un chico que es oriundo de un pueblo pero vive en la ciudad para cursar sus estudios. El chino de la rotisería ve venir al joven y lo saluda cuando ingresa al local. Todos habitan el mismo territorio y vistos desde un dron parecen una comunidad de vecinos contenidos por la retícula que delimita la ciudad. Comparten un presente común y la ciudad en la que viven, el mismo tiempo y espacio pero cuando transitan las calles dejan una huella particular en el paisaje urbano. Sus pasados son distintos al igual que las historias que los habitan y algunas de sus prácticas cotidianas, situación que afecta sus propios procesos identitarios. Y sin embargo, interactúan diariamente en el devenir de la ciudad. ¿Cómo se dan esos cruces en el día a día? ¿Son conflictivos, armónicos? Al interactuar unos con otros en un mismo territorio ¿se transforman las percepciones que tenemos sobre el mundo, sobre nosotros mismos y sobre los demás? ¿De qué manera? ¿Cómo se puede pensar esa mezcla dinámica, constante que modifica irremediablemente la manera de transitar por la ciudad? 
Ese conjunto de imágenes, preguntas e inquietudes forman parte de Ensayos sobre interculturalidad, el nuevo ciclo de unitarios de Señal Santa Fe que otra vez elige salir a recorrer el territorio para investigar sobre las prácticas culturales de sus habitantes. En formato documental, la producción está en pleno desarrollo con un capítulo que se estrenará a fines de agosto, otro en etapa de postproducción y nuevas historias que serán grabadas a lo largo de 2017.

 

Foto: Mauro Barreca 
Foto: Mauro Barreca

 

Los debates del ciclo

Una gran cantidad de cientistas sociales usaron el término interculturalidad para referirse al diálogo que existe entre diferentes culturas. En la mayoría de los casos el concepto sirvió para estudiar la relación entre etnias y entre naciones. Pero hay un antropólogo argentino que reflexiona sobre las hibridaciones culturales, quien pensó que la expresión podría funcionar también para entender las relaciones entre los sujetos en contextos cada vez más globalizados, en los que los flujos migratorios y las comunicaciones inmediatas con cualquier lugar del planeta ganan potencia día tras día. Así lo propone Néstor García Canclini y para analizarlo de ese modo es cuestión de detenerse y observar la ciudad. En el espacio público nos cruzamos con personas de otros países, nuevos idiomas musicalizan el murmullo de las calles, desarrollamos el gusto por la gastronomía japonesa, mexicana, peruana. En el ámbito de la agricultura urbana los huerteros reivindican y recuperan los saberes ancestrales sobre el cultivo de plantas, las facultades de Ciencias Médicas incorporan en sus currículas prácticas ayurvedas de la India, cada vez más personas eligen actividades saludables como el yoga, que son propias del mundo oriental. 
A todo esto, además, se suman los descomunales avances tecnológicos que, al decir de Canclini, generan un tipo particular de contraste intercultural. Cualquier niño es más avezado en el manejo de celulares que sus propios abuelos, pero no todos los adolescentes cultivan la práctica de leer por fuera del ordenador, el papel aparece como algo antiguo. Los adultos formados en la cultura letrada contrastan con los jóvenes nativos del mundo digital. La manera de nombrarlos “nativos” deja a los mayores como extranjeros dentro de un espacio que se asume enteramente como digital. 
La idea de la interculturalidad implica que “los diferentes se encuentran en un mismo mundo y deben convivir en relaciones de negociación, conflicto y préstamos recíprocos” (1) 
Esta forma de pensar la interculturalidad intenta iluminar la interacción que se produce entre los sujetos como un diálogo, que incluye “diferentes niveles de conflictos pero que también supone la posibilidad de no sólo admitir las diferencias sino también de valorarlas positivamente” (2).

 

Foto: Mauro Barreca, Lucas Comparetto
Foto: Mauro Barreca, Lucas Comparetto

 

Catherine Walsh, socióloga y Coordinadora del doctorado de Estudios Culturales Latinoamericanos de la Universidad Andina Simón Bolívar de Ecuador, avanza un paso más y presenta la perspectiva de la interculturalidad crítica que parte del problema del poder y reconoce que la diferencia se construye dentro de una estructura. Esta mirada no minimiza la conflictividad y las desigualdades sino que las incorpora para intentar alterarlas. La noción que aporta Walsh sirve permite pensar la interculturalidad como “designio y propuesta de sociedad, como proyecto político, epistémico y ético dirigido a la transformación estructural y sociohistórica y asentada en la construcción entre todos de una sociedad radicalmente distinta” (3) 
Ese intercambio con todos sus matices también incide en el modo en que pensamos las identidades. La manera de asumir quienes somos o con qué grupo de pertenencia nos identificamos, ya no se piensa de un modo estático, rígido o inmodificable sino que se construye por capas en las que se van superponiendo nuestras historias individuales con las vivencias colectivas. Dentro de nuestro yo, habitan muchos otros “yo” y esas distintas maneras de reconocernos, de nombrarnos está asociado a todos los espacios, discursos y experiencias por los que transitamos a diario. Así una persona puede ser peruana de nacionalidad y residente argentino y al mismo tiempo trabajador, bailarín, maestro, gestor cultural, poeta. Un reconocido sociólogo jamaiquino que vivió en Inglaterra, Stuart Hall, decía que las identidades están en un constante proceso de cambio y transformación que “nunca son singulares, sino construidas de múltiples maneras a través de discursos, prácticas y posiciones diferentes a menudo cruzados y antagónicos”. Para decirlo de un modo más popular, somos una mezcla de muchas cosas, de múltiples capas que conviven en nosotros y combinan rasgos de nuestros antepasados y de nuestro presente, de historias personales y colectivas que se entrecruzan y que adquieren diversos niveles de relevancia de acuerdo a la situación a la que nos expongamos.

 

Nuestro recorrido

Estas reflexiones sobre la identidad y la cultura están presentes en el nuevo ciclo de Señal Santa Fe. Nos interesa explorar estos conceptos, observar y documentar cómo se desarrollan en la vida cotidiana. Desde sus inicios Señal Santa Fe realizó muchos de sus proyectos teniendo esa inquietud como premisa. En las primeras producciones se detuvo a contemplar cómo esos rasgos asomaban por el costado más sabroso a partir de las recetas de cocina que nuestros bisabuelos trajeron desde Europa. En el ciclo “Parte del plato” la gastronomía fue la llave para pensar las carencias y las abundancias de la inmigración de principios de siglo XX y considerar cómo las nuevas generaciones valoran y resignifican esa cultura en la actualidad.

 

Foto: Mauro Barreca 
Foto: Mauro Barreca

 

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1 Néstor García Canclini. 2011. Conflictos Interculturales. Editorial Gedisa.

2 Idem 1

3 Catherine Walsh. 2009. “Hacia una compresión de la interculturalidad”. Revista Tukari. Universidad de Guadalajara, Jalisco, México.

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